domingo, 21 de junio de 2009

Relato gráfico de los hechos

(Continuación del anterior)


Durante toda esa noche en casa de mis padres, durmiendo a trompicones, fui notando a cada mínimo movimiento la crepitación del hueso roto. Lo cual que no me pareció que hubieran hecho un buen trabajo en Mataró. Por lo cual, y ya completamente desvelada, y sin desayunar ni lavarme, me levanté y me fui al Hospital de Madrid, cerca de donde estaba, concertado con la Mutua Deportiva. La verdad es que en urgencias tardaron un montón en atenderme. A mi y a otros pobres seres humanos que por allí había, algunos tan perjudicados por lo menos como yo. En realidad no nos atendieron hasta que cambió el turno y se fueron los de la pachorra de última hora de la noche y llegaron los del horario normal de mañana.

Me hicieron esta radiografía, que la de Mataró era una miieeerrrrdaaa.



Apreciese cómo en Mataró no me habían reducido la fractura ni aproximadamente.

Así que me recolocaron el atadijo (ortesis en ocho), y me dijeron que pidiera hora con el traumatólogo. Véase el atadijo inicial, que Fósilman me ayudaba a ponerme por las mañanas.




Este atadijo, por consejo de Seza, fue reemplazado por otro menos rústico y que me podía poner y quitar yo sola:
(Está mucho mejor esta otra pava, ¿eh?)



La traumatóloga que me vio me dijo simplemente que me hiciera una radiografía en quince días (tres semanas desde la fractura) para ver como iba soldando. Esta fue la nueva radiografía:




Se aprecia claramente como ambos cachos de clavícula no se habían puesto al final de acuerdo sobre donde pasar el veraneo, y uno tiró pa la playa y el otro pa la montaña. Vamos, que el traumatólogo (esta vez el titular de la plaza) dijo, "va a ser que lo operamos", "pues va a ser", y se fijó el día 7 de julio, no pudo ser antes. Coño, paberlo sabido y no teníamos que haber esperado 7 semanas tras la fractura, cagontó.

Así que de momento, me fui haciendo las pruebas para el preoperatorio: las médicas y la ordalía personal que supone todo el disuasorio papeleo con la Mutualidad General Deportiva, que siempre está convencida de que las cosas te las has hecho bebiendo o fornicando o lo que sea, pero no haciendo tu deporte, y si no resistes todas sus objeciones "ahora queremos la autorización para las gasas y el esparadrapo" "y ahora su pasaporte con el visado de la Mongolia Exterior" no eres digna de operarte.

Llega el 7 de julio, día en que unos se ponen delante de un toro bravo, y yo me pongo delante de un cirujano. Me duermen, y aprovechando que no me puedo defender, me ponen una chapa sujeta con clavos tal que así:



Bonito, ¿verdad? Más o menos me despierto cuando me depositan en la habitación y medio me entero de que la cosa ha salido bien. Y de poco más; creo que me llamó gente, y perfectamente puedo estar ahora denunciada en un juzgado por haber dicho cualquier barbaridad de la que en absoluto era consciente, dado mi grado de agilipollamiento (con perdón por el verbo soez e inventado). Pasé la noche entre leves problemas urinarios y abandonos a los coletazos de la anestesia.


Lo cual que cuando a la mañana siguiente vinieron a hacerme la cura, esto había:


Vamos, no me jodáis, todo el día viendo en la tele que si CSI, que si Bones, que si La Matanza de Texas, que si Holocausto Caníbal, y ahora me ponéis esas caritas de horror; ¡pues teníais que verlo a 10 cm de vuestro propio ojo! ¡La pena es que la cámara de Fósilman no tenga más resolución! Ahí apreciarías todos los matices de la cicatriz húmeda y fresca.

Bueno, para los que hayáis vuelto de echar la pava: a los dos días de la operación me mandaron pa casa, PEEEEROOOO... castigada a llevar el brazo en cabestrillo hasta el día 15. El médico (que es un señor muy simpático, pero que por alguna razón me intimida bastante) dijo textualmente "que no se fiaba mi, que yo soy muy deportista, y que a ver si por estar confiada de que la clavícula ya estaba fijada, iba a hacer el bruto y se me iba a poner a sangrar la herida o a saltar los puntos..." ignorando el buen hombre que yo debo ser la única deportista que hace caso siempre al médico.

Total, que así anda la cosa ahora: tomando antiinflamatorios y con el brazo en cabestrillo. Una de las tardes en el hospital me dieron hielo para ponerme, me imagino que ahora en casa también podría hacerlo, ¿no creéis? Entretanto, parece que poco a poco la inflamación de la zona va cediendo, así como la rigidez de los músculos que se insertan en la clavícula (que yo sepa: esternocleidomastoideo, trapecio, deltoides y pectoral). Todo ello muy despacio y acompañado de acorchamiento y falta de sensibilidad en la zona, extraños picores y pinchazos, dolores, dolorcillos y dolorcines (bastante llevaderos, eso sí...).

Y a ver si para el día 15 me pueden quitar los puntos. Porque si no ya será para el 17 o el 18, y yo tengo cogido apartamento en la playa desde el 16. Y en ese momento, me dirá el doctor si necesito rehabilitación o no. Dice que como yo soy tan deportista igual no me hace falta. Ya, claro, pero mire usté, es que llevo ya ocho semanas sin disponer apenas de mi articulación, oiga... y yo soy ya una señora mayor. Cooooñe.