domingo, 9 de mayo de 2010

Un día perfecto

Y eso que anoche no daba un euro por él. Según jarreaba iba pensando antes de dormirme, "porque es el de los tribrothers talaveranos, que si no se iba mañana de competición su p. madre". Y de hecho se me olvidó poner el despertador en on. Así que todo empieza bien: me despierto espontáneamente alas 6:38, sólo 8 minutos tarde, y ya me había dejado margen. Fuera no llueve mucho, pero hace bastante viento. Está desapacible. Aun así, firmaría ese tiempo. A - 6, M - 50, A - 5 y sobre Navalcarnero empieza a asomar el sol. No quiero hacerme ilusiones. Pero llego a Talavera con solecito. Vaya, el Alberche baja crecido como nunca lo había visto. Aparco muy cerca del polideportivo, empiezo a encontrar a los compañeros, cojo la bolsa del corredor y vamos allá.

Se agradece el solecito. Algunos van entrando al río y glosan la enormidad de la corriente y la temperatura del agua. Pero yo veo que se puede nadar bien, y el agua la encuentro fresquita, pero estimulante. Nada que mi neopreno relativamente barato no pueda paliar. Bocina, vamos a la boya. Vuelta a favor de la corriente... pero con el oleaje por el viento en la cara, hay que respirar mirando casi hacia atrás del todo. Salgo y corro a boxes... ¡j..., cuántas bicicletas! ¿Ha pasado algo? ¿He hecho algo mal, eran dos vueltas? Pero no, era sólo una...

Bici bien, no tengo frío y me encuentro cómoda. ¡El asfalto está seco! En la subida al Cerro me ayuda el compact, aunque son más los que me pasan que a los que paso yo. Bueno, lo esperable en mi caso. Sobre el km 6 me pasa Anita, grande ella. En cambio, Carmen tarda más de lo acostumbrado en pasarme, casi hasta el 9 no lo hace. El el altiplano, vaya ventarrón lateral, y qué nubes más amenazadoras... Encarando la bajada, alcanzo a Josejoa, que me cuenta que se ha caído; pero se recupera, porque tira y me deja atrás.

La bajada del Cerro la hago pisando huevos, el viento lateral es muy fuerte y yo tengo muy en mente la promesa de ayer noche a Fósilman: que volveré entera y sana. Y al fin y al cabo, no tengo ninguna chica que alcanzar a la vista. Así que toco bastante el freno, la verdad. En el llano está el asfalto algo mojado, pero ya no hay problema. En los últimos 300 m antes de la T2 se pone a llover fuerte; ya no me importa.

Y además en seguida para, y como he hecho los últimos metros a plato chico, mis piernas van bien, me encuentro cómoda y noto que corro suelta y a un ritmo alegre; además mucha gente me conoce y anima, especial mención a Andresito y otros tribrothers que me animan por mi nombre. Una vuelta, me pasa poca gente, creo que sólo una persona (salvo los que me doblaban, claro) la segunda, mis patas responden, puedo apretar el último kilómetro, soy feliz. Esta vez no me he llevado jarroncico talaverano, pero sí mis comadres Carmen y la fantástica Teresa, que jamás se rinde, y también el tercer puesto femenino por Clubes (y ahí si que entro yo).


Ducha en el polideportivo, y estupenda comida en el buffet chino con un montón de gente que me cae muy bien y a la que tengo cariño; risas, comentarios, planes, chascarrillos...

La vuelta a casa con un sol precioso, viendo toda la campiña con el sol de la tarde; además, vivir en la Sierra Oeste de Guadarrama me permite abandonar la N - V en Maqueda, y volver por Escalona, San Martín de Valdeiglesias y Robledo de Chavela, y todo ello más que la Meseta parece Asturias, de verde que está. Soy feliz.

Y por último, una vez en casa, con las pilas cargadísimas y tras aclarar el neopreno y echar a lavar lo lavable and so on, ratazo de: sofá + dos gatintos ronroneando en el regazo + otro ronroneando junto a la pierna + partido de tenis que tenía grabado en el cual la española Mª José Martínez va y gana el masters de Roma.

¿Se puede pedir más?