martes, 15 de julio de 2008

Vacaciones renovadoras



Bueno, parece que esto marcha. Ha dicho el médico que la entesitis ha desaparecido y ya sólo queda un poco de la sobrecarga, pero nada peor de lo que le suelen traer a consulta los atletas populares. Veredicto: aquarrunning estos quince días de vacaciones en Mazarrón (me he comprado un precioso cinturón de señora que aprende a nadar, jeje); empezar poco a poco con la bici la primera semana de agosto; y empezar con veinte minutos de trote la segunda semana, e ir aumentando poco a poco. En realidad, me encantaría nadar bastante en Murcia, pero ahora tengo una pequeña sobrecarga en el hombro. Ya he localizado una fisioterapeuta local, a ver si lo solucionamos.
El caso es que el señor doctor ya me había mandado media hora suave de bici dos veces a la semana, así que hoy he decidido que, puesto que tenía el coche en un taller de Villalba (un certero alcance trasero. Un peacho todo terreno enculó a mi bólido en una rotonda y le hizo regular de pupa... mi cuello perfectamente intacto. Creo que escribiré sobre ello un día) me bajaba en bici a recogerlo. Son 17 km desde mi casa, pero todo llano o cuesta abajo salvo tres cuestas insignificantes, y me he ventilado el tema en 40 minutos.
Pero qué feliz he sido. Hacía tiempo que no me permitía el lujo de sacar la bici, y me he puesto el maillot sin mangas, y he disfrutado por fin de la carretera y el cielo azul. Y encima ahora no me encuentro mal. Tengo el culo un poco raro, pero sólo eso. Gracias sean dadas a Jehová excelso.
Así que ahora... ¡quince días a la playita! Sin bici ni nada, pero eso sí alejada de un ordenador el tiempo suficiente como para que se me cure el hombro. Legión de admiradores: intentad sobrellevarlo. ;-D

jueves, 3 de julio de 2008

Tarde de asueto

Podría contar mi experiencia en Gijón, pero eso ya lo he hecho en la web de Aguaverde, así que aquí resumiré diciendo que hice la natación y disfruté, aunque en dos de las trazadas venían olas de través y daban ganas de agobiarse (pero pa qué); que debía ser un poco larga, porque tardé 18 minutos (y las primeras más de 13, eh); que hice las tres vueltas en la bici y a todo lo que di de mi, que era poco después de dos meses y medio sin tocarla, pero debía haber hecho solo una vuelta; y que di una vuelta corriendo a unos 7 min/km :-D y luego me retiré, y aún así a los dos días noté la sobrecarga en la pierna. La prueba estuvo bien, pero lo mejor fue la convivencia aguaverdiana (banquetes incluidos).
Y hubo otra cosa, muy sencilla, con la que disfruté enormemente: una pequeña travesía a nado que hicimos Petrus, Sherpa, Silvia y yo en la playa de Tazones, con aquel agua tan fría, como en la canción de Miguel Ríos, en la que nadé suave pero efectivamente, disfrutando a cada brazada. Así debió ser, porque a la salida Ana y Cris me dijeron que nadaba muy bien; señal de que iba con seguridad deslizando cómoda.´
Y luego la vuelta a Madrid, a Mordor como dice Akele; a lidiar con una especie de sopor crónico que llevo encima. Pero el martes hice un paréntesis. Aprovechando que fui a Toledo a dar un curso, y cansada ya de dar vueltas en redondo a una piscina (lo que causa estupor entre los demás bañistas), pregunté por algún embalse o similar para nadar en aguas abiertas. Nadie me supo decir, así que determiné ir a atravesarme Cazalegas.
Por cierto que por el camino pinché una rueda, a la altura de Torrijos, y pese a que es la primera vez que me pasa, la primera rueda que cambio, que no había leído ni leí el libro de instrucciones, tardé un simple cuarto de hora en cambiar la rueda, incluido paseo a poner el triángulo y toda la pesca. Y es que soy un monstruo con una llave fija en la mano. Y además, nada más entrar a Torrijos encontré un taller en el que me repararon la gracia en un cuartito de hora, por cinco euros, y hablando de bici con el mecánico. Así casi hasta da gusto pinchar.
Cazalegas estaba precioso. El nivel del embalse a tope, y todo alrededor de un verde intenso que contrastaba con el cielo. Había la cantidad de gente justa para que si me pasaba algo, se enteraran.
El agua estaba casi tibia, sin llegar a ser calentucha, y yo notaba como avanzaba fácil. La otra vez que me lo atravesé tardé 38 minutos con neopreno, y esta vez 41, que no esta mal para ir sólo con el bañador y dada la forma que tengo últimamente (esférica, en concreto). A la salida estiré largamente sobre la hierba; vamos una gozada de tarde de día laborable. Llegué a Madrid ya anochecido, relajada y contenta (aunque quizá con el trapecio derecho algo sobrecargado).