lunes, 1 de octubre de 2007

Seat Cafre

Por Dios, hay gente que no se si lo hace para vender a toda costa o porque de verdad son así.

Recientemente ha salido un anuncio en televisión (los anuncios televisivos y sus horrores de diversos tipos darían para llenar miles de blogs) en el que sale una rambla en un desierto, por la que rueda un cardo corredor, mientras una voz en off dice: "La naturaleza puede ser un poco aburrida..." y acto seguido te invita a "disfrutarla" haciendo un trompo con el último modelo de Seat.

Madre del amor hermoso. Igual hay gente que de verdad piensa que eso es disfrutar de la naturaleza. Que creen que el campo no es de nadie y por tanto es un buen sitio para destrozar. Así que al publicista en cuestión y al directivo de seat que dio el visto bueno les llevas al desierto y no ven más que una nada gris. Pues qué pena.
Señores, en un desierto hay procesos ecológicos tan variados e interesantes como en cualquier otro ecosistema. Las adaptaciones de la flora y fauna (que puede ser muy rica y variada) a la sequía y a la oscilación térmica son enormemente interesantes y contienen un montón de enseñanzas para esta puerca Humanidad derrochadora.
Pero es que además, el desierto es bonito. Que le pregunten a muchos que lo han cruzado. Las noches tienen mogollón de estrellas, las salidas y puestas de sol son espectaculares y hay formaciones geológicas enormemente interesantes y estéticas. Por no hablar de la frágil ruptura de la monotonía que suponen los esporádicos bosquetes de vegetación arbórea xerófila.
Y es un lugar excelente para encontrarse uno mismo. La experiencia de desierto te obliga a buscar en tu interior, ya que los sentidos han agotado el exterior por la frecuente monotonía del paisaje, que también la hay. Así que el creativo ese y el directivo de marras, me temo que no tienen mucho en su interior. O lo que tienen en su interior es realmente poco satisfactorio, y al igual que esa gente que va con la radio del coche a todo volumen para no oírse jamás, necesitan llenar ese vacío o tapar ese basurero con el polvo que levanta su, eso sí, super ferolítica tracción a las cuatro ruedas.

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